En un piso de baldosas de colores yace la figura esbelta y radiante de una dama con corona, protectora y atacante, fóbica pero dispuesta a enfrentar.
Cansada de esquivar peones que no le mueven ni el más mínimo de los pelos de su cabellera y cuidadosa de no dejarse acorralar más por alfiles que sólo buscar irrumpir en su camino para dejarla desprotegida. Lo que no la mata la fortalece y siempre sabe como zafar de las garras de todo ese ejercito oscuro.
Siempre tiene los ojos puestos en su objetivo, ese que la lleve a encontrar el camino correcto que le saque triunfadora.
Protectora por naturaleza, poniéndose en riesgo ella por proteger lo suyo, una reina de las que cualquier rey estaría orgulloso, un corazón frio de sangre caliente, que cuando se destapa muestra eso que todos desconocen de ella y es lo que la hace única.
Tan sólo su presencia te deja en jaque, pero ella ataca con sus tiempos y cuando está totalmente segura de que sea el momento correcto. Aprendió a controlarse y a no dejar que nadie la apure con movimientos erróneos.
Y puedo asegurar que es un placer poder verla moverse, ojalá algún día yo pueda ser ese afortunado rey al que ella tanto acompaña y protege.
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